
Acaba de trabajar 12 horas por tercer día consecutivo, y no hay indicios de que en los próximos días, cuando un cliente lo llame con otro problema que debe resolverse: ayer.
En ese momento, su cerebro parece darse por vencido mientras su cliente todavía está en línea, esperando que le brinde otra solución rápida y excelente que depende de usted.
Este momento de parálisis mental, o la incapacidad de tomar decisiones efectivas en un corto período de tiempo, incluso si generalmente es fácil para ti, se llama fatiga de decisión. Los psicólogos que han estudiado la fatiga de decisión han descubierto que puede conducir a cualquier cosa, desde la indecisión hasta la compra impulsiva (mono amarillo, ¿en serio?).
Debido a que los humanos tienen una reserva limitada de energía mental en un día determinado, cuando se agota, tomamos malas decisiones o las evitamos por completo. En esta era de largas horas de trabajo, bandejas de entrada llenas y calendarios llenos, no es de extrañar que estemos agotando estas reservas mentales más rápido de lo que podemos reponerlas para tomar las mejores decisiones.
Decisión: es un maratón, no un sprint
Parece que cuantas más decisiones nos vemos obligados a tomar, y cuanto más importantes tienden a ser esas decisiones, más agotamos nuestra capacidad para mantener el buen juicio.
Piénsalo: ¿Cuántas decisiones, grandes o pequeñas, tomas en las primeras horas de cualquier día? Comienza con decidir qué desayunar, qué ponerse y qué música escuchar de camino al trabajo.
A partir de ahí, aumenta el número y la importancia de las decisiones y sus consecuencias. Piense en la cantidad de correos electrónicos que recibe y las decisiones que necesita tomar sobre cómo responder, qué priorizar, si delegar a un colega: su bandeja de entrada por sí sola puede ser un ejemplo abrumador de fatiga de decisiones.
Pero dado que ninguna de estas decisiones sucederá, es importante aprender cómo evitar el agotamiento y administrar su energía mental de manera efectiva. Para comenzar, intente seguir algunas pautas probadas y verdaderas para la toma de decisiones.
la primera cosa
Cada noche, pronostica las grandes decisiones (si las hay) que debes tomar al día siguiente, como aprobar un presupuesto o elegir un proveedor. Luego, trata de estructurar tu día para que puedas tomar esas decisiones temprano en la mañana, antes de que se agoten tus reservas.
Si surge una solicitud o pregunta importante al final de la tarde o al anochecer, cuando ya esté exhausto, márquelo como una lista de tareas pendientes para el día siguiente temprano, cuando su cerebro se recargue y tenga algo de tiempo para manejarlo.
Sustitución de decisiones por compromisos
Son las 6 de la tarde y te prometes ir al gimnasio después de salir del trabajo. Pero ahora que sales tarde de la oficina, tu estómago comienza a gruñir y eliges ver castillo de naipes en el sofá en lugar de cardio.
Ahora imagina si firmaste un contrato no negociable contigo mismo para ir al gimnasio todos los lunes, miércoles y viernes. Al comprometerse y organizar el gimnasio, no tiene que tomar ninguna decisión: hacer ejercicio ya es parte de su día y ya está decidido a hacerlo realidad.
Puedes hacer lo mismo en un día o una semana. Por ejemplo, intente organizar su guardarropa para la próxima semana el domingo por la noche (tenga en cuenta el pronóstico del tiempo y cualquier ocasión especial) para que no entre en pánico todas las mañanas y no sepa qué ponerse.
Haz espacio en tu agenda
Tómese un tiempo entre reuniones para permitir que su cerebro procese la información que recibe para que pueda tomar buenas decisiones en reuniones posteriores. Intente programar reuniones de 45 minutos en lugar de una hora, reserve 15 minutos para la reflexión y como un descanso mental antes de su próxima cita. Nunca programe una reunión antes del almuerzo o al final del día, ya que las habilidades de toma de decisiones y la concentración de las personas suelen ser bajas.
Hablando de almuerzo, ¡finalmente es hora de dejar de almorzar en su escritorio y salir de la oficina! Esto cambia su forma de pensar, libera su mente del control de su lista de tareas pendientes y le permite volver a ella con una nueva perspectiva, ayudándole a reponer sus habilidades de toma de decisiones para el resto del día.
Mantente activo
Tu mamá siempre decía que nunca tomes decisiones importantes con el estómago vacío, ¡y resultó ser un buen consejo! Si sabe que tiene que tomar una decisión más tarde en el día, tome un refrigerio después del almuerzo para asegurarse de que su cerebro obtenga la energía que necesita para funcionar.
Al final, una de las mejores formas de combatir la fatiga de decisión es saber que existe y cómo funciona. Aún así, dominar las mejores decisiones puede ayudarlo a tomar mejores decisiones de manera consistente y evitar las consecuencias negativas de un error de juicio involuntario.
Hombre en la encrucijada foto cortesía de Shutterstock.
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